Un estudio titulado ¿Es real? Decodificando rostros realistas generados por IA a partir de la actividad neuronal, que ha sido llevado a cabo por un equipo de científicos australianos y que se ha publicado en la revista ScienceDirect, ha ido un paso más allá que todos los anteriores. En concreto, el experimento constó de dos etapas: una en la que se pedía a los participantes diferenciar rostros sintéticos de reales a simple vista y otra en la que se estudiaba la reacción del cerebro al contemplar las caras.
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— ImgBullos (@ia_bullos) November 12, 2023
Durante la primera fase del experimento, el resultado fue que los sujetos de estudio eran incapaces de distinguir qué caras eran reales y cuáles no. Esto se desprende de que el porcentaje de acierto se situó muy cerca del 50 %, es decir, el mismo que sería si se respondiese de forma aleatoria. Sin embargo, el porcentaje cambió notablemente durante la segunda, cuando se les equipó con un electroencefalograma (EEG) destinado a medir la actividad eléctrica del cerebro.
El cerebro tiene acceso a información no consciente
El EEG reveló que la actividad cerebral de los participantes era diferente cuando se exponían ante un rostro real respecto a cuando se les mostraba una cara generada por inteligencia artificial. Sobre todo, durante los primeros 170 milisegundos y dentro de la señal eléctrica denominada N170. Algo que evidencia que el cerebro sí es capaz de captar la diferencia sin demasiada dificultad, pero no de forma consciente.
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La señal N170 es la más sensible a la configuración de los rostros humanos. En concreto, reacciona ante determinados rasgos, como puede ser la distancia entre los ojos, la nariz y la boca. Si algo no encaja, rápidamente puede determinar que no son reales. El problema está en que no es capaz de enviar esa información a nuestra parte consciente, lo que impide que podamos hacer la diferenciación a simple vista.
Puede parecer sorprendente que nuestro cerebro tenga acceso a una determinada información que está fuera de nuestra conciencia, pero no es tan extraño. Por ejemplo, los autores del artículo citan el fenómeno de ‘visión ciega‘, que permite a las personas con lesiones en su córtex visual primario discriminar estímulos visuales a pesar de no haber sido conscientes de ellos por haber perdido de forma total o parcial el sentido de la vista.